
SEMBLANZA DE ARNOLDO PALACIOS
Arnoldo Palacios (1924-2015)
El 12 de noviembre falleció en Bogotá este gran humanista y escritor, defensor de los derechos humanos y digno representante con Manuel Zapata Olivella y Candelario Obeso, entre otros, de nuestra afrocolombianidad. El Alacrán le quiere rendir un merecido homenaje con la publicación de una conversación en tres entregas con el poeta Manuel Hernández Benavides, talvez su única aparición en la televisión colombiana y dentro del programa La Máquina del Tiempo de Canal Capital. La figura de este gran escritor chocoano es fundamental dentro de la literatura colombiana y universal. Nace en Cértegui (Chocó), región rica en oro y platino y vivía hace cincuenta años en París; se dedica en su obra a retratar con crudeza la triste soledad, el hambre, a la par que denunciar desde una perspectiva crítica, el atraso social y el olvido que han padecido las minorías étnicas de este país, fruto en gran parte de políticas estatales elitistas y centralistas; y sin duda, también a la visión estrecha de nuestros gobernantes que hasta hoy no han valorado una ecorregión fundamental como es el Chocó Biogeográfico (cuya población ha padecido lastres como el tráfico de drogas, la minería ilegal y el conflicto armado). Aquí apreciaremos a un gran conversador y ante todo a un agudo observador de su entorno. En su juventud en París fue testigo no solo de la Guerra Fría, la Guerra de Indochina, sino que estuvo muy ligado a los movimientos de descolonización de los países africanos y de las colonias francesas de Las Antillas al lado de Fran Fanón, Leopold Sédar Senghor y Aimé Césaire, gracias a quien se consolida el movimiento literario de la Négritude hacia 1935. Traducido a varios idiomas, entre otras de sus obras, se encuentran Las estrellas son negras (de 1949, por la cual se le impone La Cruz de Boyacá en la Orden de Gran Caballero en la FILBO de 1998), La Selva y la Lluvia, El Duende y la Guitarra, En busca de mi madredios. Esta última es una bella y conmovedora autobiografía de su infancia en Cértegui. De esta manera nos proponemos honrar su memoria y lanzar un llamado por el rescate de su gran obra.
INFANCIA
"La estrella grande que brillaba todas las noches sobre el espejo en que se confundían las aguas de los ríos.
Y como cada hombre nacía bajo el signo de una estrella, Irra iba a ser el depositario del destino de los hombres.
Iba a darse cuenta de por qué unos nacían bajo el signo de una estrella buena.
Y conocería por qué otros hombres nacían bajo el imperio de una mala estrella.
Durante la noche brillaban millares de estrellas en el firmamento.
BOGOTÁ
Unas titilaban como la verde candelilla entre el verde follaje del bosque.
Otras inundaban el cielo azul y la parda noche con el purísio brillo del diamante.
Miles casi no se advertían, sino que navegaban en el universo, como navega una gota de lágrima sobre la mejilla de una niña.
¡Oh, influjo implacable de los astros sobre el alma de los mortales!
PARÍS
¡Oh, Dios! ¿En cuál estrella pusiste mi llave?Algunos nacemos para morir sin tregua... Otros nacen para la alegría.
Son estrellas diferentes.
Las de ellos titilan eternamente y tienen el precio del diamante.
Y la mía, Señor, es una estrella negra... ¡Negra como mi cara, Señor!
El turno del intendente había llegado"..