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NOTICIAS MUY GORDAS
(captadas desde un país de súbditos)

Por Fernando Muñoz Botero

Hay algo de lo cual la mayoría de nosotros no se da cuenta ya sea por que tenemos espacios de vida muy cortos o por que simplemente no analizamos los síntomas de cada periodo histórico y no prevemos las consecuencias de nuestras decisiones. A pesar de que pensamos que las leyes de la historia, a diferencia de las leyes físicas, no se repiten, si podemos identificar ciertos periodos intermedios que generalmente desencadenan    una  serie  de  eventos   que 

evolucionan en grandes guerras o en aniquilaciones de determinados grupos humanos. Es muy difícil tener conciencia del devenir en que estamos viviendo pero una vez situados en el futuro nos resulta relativamente fácil analizar las causas de ciertos eventos históricos y es así como hoy nos sorprende por qué Walter Benjamin no escapó a tiempo de la Alemania nazi cuando todo era tan evidente. Algunos teóricos del historicismo predicen una guerra en Europa debido a la política de no intervención de Trump (“no podemos ser la policía del mundo”), a los afanes de expansión de Putin, al posible triunfo de Jean Marie Le Pen en las elecciones francesas del 2.017 e incluso al mismo Brexit, son varios los artículos que especulan acerca de los síntomas que están apareciendo en diferentes lugares del globo que indican una peligrosa mezcla de ingredientes que puede ser la génesis de futuros exterminios. Podemos considerar a la humanidad como un ente independiente que de cuando en cuando busca voluntariamente automutilarse? Muchas de las grandes guerras de los últimos tiempos han sido provocadas no solo por el capricho de algún caudillo tiránico sino por la voluntad de un pueblo que lo apoya sin cuestionarlo. Le Bon dice que ‘’La masa es siempre intelectualmente inferior al hombre aislado", no obstante para la gran mayoría de caudillos contemporáneos existe en un principio una relación de aparente reciprocidad e igualdad en la que el caudillo pretende haber nacido de las necesidades del pueblo, en que éste aparenta aferrarse a la tesis gaitanista de que el pueblo es superior a sus dirigentes y haciendo uso de estrategias similares o derivadas de los 11 principios de propaganda creados por Goebbels, adquiere una relación con la masa que una vez electo tendrá que manipular para poderle responder a los poderes económicos y mediáticos que le han puesto en el mando, manteniendo al tiempo un equilibrio con su índice de popularidad, las expectativas de su electorado y de la masa en general. El mensaje proteccionista y racista de Trump, aparentemente anacrónico y absurdo, era exactamente lo que ese sector descontento y venido a menos de gran parte de la población blanca estaba esperando oír desde que las políticas neoliberales impuestas desde la época de Reagan, habían disminuido las economías personales de millones de americanos. Esto no tiene nada de extraordinario de no ser por el hecho de que tras el fin de la guerra fría y el colapso de la URSS, Estados Unidos de la mano del consejo de seguridad de la ONU ha incrementado su política intervencionista con acciones en Somalia (1993-1994), Haití (1994), Bosnia Herzegovina (1995),Yugoslavia (1999), Afganistán (2001),Venezuela (2002), Irak (2003), Libia (2011) y en contra del Estado Islámico (2014). Independientemente de su origen o su inclinación política, las élites dirigentes norteamericanas persiguen mantener, expandir y profundizar una política de dominación a nivel mundial. Debemos confiar en la benevolencia del imperio, está el estado y más que el estado, el conjunto humano colombiano preparado para mantener una soberanía ante los caprichos de un líder del talante de Trump? Cómo sabemos que las políticas de nuestros dirigentes, independientemente de donde vengan, van a satisfacer los intereses de este nuevo líder y de la horda resentida que lo apoya? Cómo sabemos que la conducta de nuestros vecinos no va a provocar una reacción de este nuevo caudillo, catapultándonos hacia guerras de cuarta generación originadas desde las 7 bases que gentilmente le hemos permitido instalar en nuestro territorio? Analicemos por un momento la psicología de Colombia como masa, la naturaleza y conducta de las personas que conforman este grupo humano al que llamamos Colombia. Es un ejercicio que de seguro ellos ya se han tomado el trabajo de realizar.

Mucho se ha hablado de la falta de identidad del colombiano, de la falta de sentido de pertenencia, de la falta del sentido de propiedad, de la falta de hermandad, de la vergüenza de ser colombiano que caracteriza a todas las clases sociales, de cómo calcamos doctrinas políticas, modelos económicos e incluso tendencias culturales, del menosprecio que tiene la clase alta de las clases inferiores y del odio disfrazado en servilismo de éstas hacia los que durante muchos años han cometido el error de reconocer como sus señores naturales, en general podemos decir que debido entre otras cosas a la heterogeneidad étnica, a la inclinación política, religiosa, sexual y cultural, el colombiano promedio no se identifica ni con sus propios hermanos de sangre. El país es el resultado de la fusión de varios grupos humanos mestizos y fratricidas que se han venido encontrando en este territorio desde el siglo XVI. Tan mestizo fue el componente europeo, como el de los naturales e incluso mestizo también el africano. Pero no es esta diversidad genética la principal responsable de la falta de identidad dentro de este nuevo grupo humano, quizás la principal causa de división entre sus integrantes sea la profunda estratificación social que existió en estos grupos al momento de su encuentro. Fue éste, de hecho, uno de los factores que más facilitó el proceso de conquista ya que los españoles se dieron cuenta de que para someter a toda la población sólo tenían que dominar a su líder, a la nobleza dirigente y de inmediato obtenían control sobre los demás subordinados. A su llegada encontraron una sociedad marcadamente estratificada, con clases y  diferencias   sociales   muy definidas,   donde existía  la propiedad

privada, se exigía el cobro de impuestos e incluso existía la esclavitud. Las distancias sociales como podemos ver eran grandes y la gran masa estaba constituida por agricultores y artesanos oprimidos que con cuyo tributo mantenían a las improductivas castas de sacerdotes, guerreros, caciques y ministros. Era así pues, una organización social muy parecida a la feudal, muy parecida a la de su contraparte europea, a nivel de masas era un encuentro de dos sociedades avasalladas. Para nadie es un secreto que la desigualdad era un hecho aceptado por todos los españoles durante los siglos XVI y XVII. La de la península era una sociedad estamental y jerárquica en la que existían 2 clases que gozaban de todo tipo de privilegios (la nobleza y el alto clero) y otra constituida por el pueblo llano a la que pertenecía el porcentaje más alto de la población. Podemos decir que los españoles que vinieron al territorio que hoy conocemos como Colombia fueron, en su mayoría, sujetos del pueblo en busca de señorío.

En un principio la Casa de Contratación fue muy estricta y sólo permitíó el paso de súbditos castellanos al nuevo mundo, pero pronto muchos hallaron la manera de sobornar, comprar permisos y la emigración se vio plagada de un extenso crisol de grupos humanos, aquellos que se negaron a volver a sus trabajos ordinarios después de las guerras de Granada, judeo-conversos, gitanos, moros-conversos de orgullosa sangre omeya que tras la rendición de Boadbil en Granada y la caída de Al-Andalus buscaban refugio en América, de hecho el nombre de Nueva Granada hace alusión a un territorio al sur de Andalucía y el fundador de nuestra capital fue otro andaluz,  el  cordobés   Gonzalo  Jiménez  de  Quesada.  Además  de  estos

grupos prohibidos, constantes ciclos de apertura y cerrazón permitieron la entrada legal de súbditos de Aragón, Valencia, Cataluña e incluso de algunos extranjeros. El espíritu libertario y cuasi-anárquico de estos primeros emigrantes pronto se apagó y se tradujo en la conformación de una sociedad similar a la que habían dejado en el viejo mundo. Los de mayor posición fueron los primeros conquistadores, los curas y los funcionarios del rey, la clase media estaba conformada por los Vecinos, españoles sin encomienda que obtuvieron vivienda o patrimonio en alguna de las ciudades recién fundadas y la clase baja era la de los Moradores, campesinos, artesanos y pequeños comerciantes que tenían una existencia más o menos similar a la de los campesinos de la península. A medida que los indígenas se sometieron a la hispanización, la clase dirigente española respetó las jerarquías existentes entre ellos y fue así como la Nueva Granada se convirtió en un territorio de unos pocos grandes hacendados y una gran masa de súbditos de todos los colores.

Esta estratificación social perduró hasta mediados del siglo XIX cuando una nueva generación de comerciantes se adhirió a la aristocracia de grandes latifundistas y al tiempo que nacían los partidos se fue conformando una clase dirigente en contraposición a una gran población de gentes avasalladas quienes cegados por el narcotizante discurso de la religión, hasta la llegada de Gaitán, se mantuvieron sumisas a la sombra de esa clase dominante. Vemos con extrañeza que esto haya dado origen a fenómenos como el de las guerrillas pero lo verdaderamente extraño en el tercer país más desigual del mundo, es que el grueso de la población jamás se haya despertado realmente, con la excepción tal vez de una porción de la sociedad que hizo parte de la generación que intervino en el proceso de independencia, de resto, la gran masa de la cual se nutren nuestros líderes está conformada por una sociedad pasiva, adormecida hoy en día por el discurso de los medios, quienes se encargan de sujetar a cada individuo y despojarlo de su subjetividad, de sedarlo con imágenes de sexo e intoxicarlo con mentiras a través de noticieros que son controlados por poderes económicos que a su vez controlan a los líderes a quienes esta masa apoya con el más fervoroso borreguismo. A pesar de esta pasividad a nivel macro, el colombiano es un ser que se jacta de ser avispado, trata de sacar ventaja de cualquier situación, es traicionero y a pesar de ser rezandero considera cierto porcentaje de deshonestidad como virtud, es desconfiado, a su astucia cuasi criminal la ha bautizado con el sobrenombre de malicia indígena, es negociante, retrechero y aún así, es servil y dócil como un cordero en cuanto a ceder su territorio a intereses extranjeros.

No es este un fenómeno aislado que se presenta en las clases conquistadas, ocurre también en el centro del ghetto blanco (un fenómeno que ha tipificado los siglos XX y XXI) donde no han existido rebeliones en contra de los liderazgos extremos y es así como hoy encontramos a gran parte de la clase media-alta y alta, bajando la cabeza ante las políticas neoliberales que vienen conduciendo los ya escasos capitales a la pauperización. El neoliberalismo, tal como predijo Marx que iba pasar con el capitalismo, está precipitando a la burguesía hacia el proletariado, cierto sector de lo que constituía la clase privilegiada, ha visto su fortuna mermada y ciegos bajo el espejismo de líderes que prometen protegerlos de los grupos rebeldes, se resisten a reaccionar en contra de las políticas económicas y de los asfixiantes impuestos. El grueso de las nuevas generaciones no es consciente de este cambio, ya que nacen y se educan dentro del sistema y desde muy jóvenes se entrenan más para emplearse en una gran empresa que para emprender alguna actividad independiente, es así como las grandes multinacionales y el poder mediático transnacional educa y adiestra a sus futuros esclavos. Quizás los más ciegos ante el embate arrasador del neoliberalismo sean los descendientes de esos primeros grandes latifundistas que lo han perdido todo a causa de los impuestos y las políticas impuestas desde los años 80, quienes a pesar de formar parte de una clase económica muy diferente a la que pertenecieron sus abuelos, insisten en apoyar a líderes que adoptan modelos económicos que perjudican sus pequeñas rentas, critican las iniciativas de los líderes populares ya que su misma educación les impide tener una nueva conciencia de clase y psicológicamente permanecen unidos a un clan al que cada año pertenecen menos. Tanto estos vergonzantes como las clases oprimidas mantienen un nivel de pasividad que permite el desarrollo de estas políticas nefastas, pero quizás el sector más peligroso de la población lo constituye la clase media, es de ellos de quien se nutren estos nuevos líderes, son ellos quienes más consumen, quienes más los apoyan, en ellos el poder mediático ha hecho su más siniestro trabajo, son ellos las máquinas emergentes que pisotean a los de abajo y sacando ventaja de su astucia engañan a los dormidos vergonzantes en su precipitación, son los mismos que en las redes sociales critican a Piedad Córdoba por el simple hecho de ser negra, son los que no quieren ser identificados con nada que tenga mancha de tierra por temor a ser confundidos con la gleba. El esquema existencial de la clase media es terrible por que la clase media no quiere ser lo que es, la clase media quiere ser clase alta, tiene un miedo perenne en convertirse en clase popular, nunca va a admitir su naturaleza y esto la conduce a que cambie de bando continuamente, es de esta debilidad de la que se aprovechan los políticos, los grandes grupos económicos y el poder mediático por que saben que tanto como pueden salir a la calle a protestar, una vez su poder adquisitivo se solventa abandonan su apoyo a los gobiernos populistas y se adhieren a los movimientos apoyados por la clase alta. 

De los esbirros de la clase dirigente y de los 3 engendros que concentran la riqueza equivalente a los más de 20 millones de colombianos que se encuentran en la base de la pirámide y que son quienes manejan las cuerdas, no vale la pena hablar, todos sabemos quienes son y como succionan a diario la esencia vital del resto. Al final, somos todos víctimas, borregos en un hábitat hostil que nos mantiene atascados sin chance alguno de competir en contra de las grandes multinacionales que poco a poco se apropian de nuestro país. Ahora existe la posibilidad de que en algún momento del futuro tengamos que enfrentar una nueva amenaza. Una aún más aterradora que el paquete devastador de reformas que acuñó el consenso de Washington, que los pérfidos diseños de programas de ajuste estructural que han impuesto sobre algunas naciones en desarrollo organizaciones como el Banco Mundial o el Fondo económico Internacional. Somos testigos de la llegada de un superdepredador. Esta vez la mordida puede no ser tan sólo económica. Está preparada nuestra debilitada, dividida y avasallada sociedad para la llegada de este nuevo monstruo? Si en el pasado reciente jamás hemos mostrado solidaridad alguna con nuestros hermanos latinoamericanos ante los hasta ahora tímidos embates del gigante, podremos acuñar algún remedo de unidad ante alguna posible agresión o como de costumbre aceptaremos con resignada sumisión una eventual llegada de nuevos señores.

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