
Musa-araña
Por Tomás Leonardo Cárdenas
Son como muchas piezas únicas
esa ronda de aires que mueve la tela
y deja exhalar el nuevo sueño.
Inquieto y plácido devaneo,
ese aroma viento con el que te toco,
delicada musa del devenir poético,
trasnochado, borgiano y alunado.
Tu dicha me deja huir sibilino como el poeta León,
cuando tu mano me toca,
desisto al lunar que rompe la belleza.
Sobrevivimos es cierto,
y sin desespero engañamos la desdicha.
Con mucha risa,
con la melancolía de haber perdido lo que no nos es propio.
Como nada es de nadie.
La nueva ruta ya no era,
está distante de cualquier realidad.
El hombre peregrino de sí mismo,
ya no está en su recorrido de todos los días,
esquivando el mismo vacío inesperado de los huecos de la urbe…
Nos habita una ciudad fétida de perfumes,
de disimulos a secas.
Ya no se cree en el olvidado porque ya no asusta.
La paz necesaria de guerra,
el negocio que no nos corresponde,
estamos ridículamente afuera.
Elegirán los mismos,
que eludirán al resto de la humanidad.
Como siempre muy austeros con lo suyo, lo impropio.
Y puede que crean, los idiotas creen,
otros simplemente saben.
Porque sí, no hay cuestión que valga.
Y encaminamos la ruta con la musa musaraña,
que siempre besamos de lejos,
y acariciamos e imaginamos.
El huraño perseguidor llegaría entonces
con sus papelitos de cuentas nada claras,
a oficiar tú huida, quitar tu luz y tu agua,
dejarte solo en la soledad de tu cuarto,
rodeado de ti mismo,
vacío y pálido,
deberás hasta tu alma, como José Asunción.
Por eso es tan definitiva la marcha,
la distancia con que nos alejamos.
Sin esa materia inerte nada se podría…
Nos explican las cosas,
sin saberlas,
y sufren con sus inventos,
siempre descubiertos.
Un llanto como de lobos falsos se emite desde el sintetizador de la vida,
un lúgubre deseo de meterme en tu vacío.
Y llorar y llorar,
y no porque el llanto sea llanto.
Los tristes idiotas se sienten lucidos,
aunque en mi cabeza
los veo torturados por su misma obra.
Excluyo las pesadeces de la imaginación maniatada,
revoloteo con la fogosidad de los nuevos demócratas,
que están más agotados en sus ideales que el mismo populismo.
Ya nadie tendrá derechos,
¿de dónde se sacan si todo está podrido?
seremos algo, como falsas caricias.
No todos podemos estar bien, no crean.
Niños recorren el mundo desde la quietud (si hay quietud…)
se movilizan por redes anticontacto
y así creen que se es algo en este reducido mundo,
donde se posterga la pobreza.
Las ilusiones viajan por esas mismas redes
y se desmantelan por el cerrado mundo del ciberespacio.
Yo vuelvo a la única casa que me habita,
ya sin jardín soñado,
a madrugar el mundo, la tierra resecada,
junto al viejo perro que se desequilibra.
Entonces mi princesa terrible
salvaguardaremos este nicho utópico,
este corto pasar por la miseria en silencio,
como un secreto nunca dicho.
Man Tómas.
